No estoy dando, como pudiera parecer, la bienvenida al nuevo portavoz del PP, Rafael Hernando, por mucho que sus palabras en más de una ocasión nos hayan enfadado por su poco tacto, por sus insultos (como a los familiares de las víctimas del franquismo o al juez Pedraz, cuando le calificó de "pijo ácrata") o por aquel intento de agresión a Rubalcaba. Me refiero ahora al animal, aquel al que dedicó Juan Ramón Jiménez su libro Platero y yo, que viera la luz hace 100 años. Ese animal que domesticó el ser humano hace ya muchos siglos y que nos ha estado sirviendo para muchos quehaceres.
El burro casi necesita protección para evitar su extinción. Ya no nos ofrece sus utilidades como antaño, pues los avances de la técnica han logrado medios de transporte y carga más rentables, y la maquinaria agrícola ha ocupado su lugar en el ámbito rural donde siempre ha realizado su labor. A mediados del siglo XX, el burro-taxi de Mijas se popularizó, extendiendo esta forma de transporte a otros lugares y logrando nuevos usos de este animal. En los últimos tiempos los burros se convirtieron en una cosa simpática que han servido a algún pueblo, como el cordobés de Rute, para ser conocido, aunque también les moleste que se olviden por ello sus otros signos de identidad (como el anís, el aguardiente, las carnes, los dulces... ). Gracias a ADEBO, el burro ha logrado un apoyo que antes se le estaba negando provocando su decadencia, y conquistando oasis para pervivir.
Otro burro ha sido tristemente protagonista en estos días de promoción de las fiestas navideñas. En otra localidad cordobesa, Lucena, han instalado un belén, frente al ayuntamiento, donde se exponen, además de los elementos tradicionales, unos burros jóvenes. Hace unos días, un individuo saltó la valla y se montó en uno de los asnos. Su fotografía, montando ufano en el animal, ha circulado por internet y por WhatsApp. Unos días después del hecho, el burrito murió. Se sospecha que sufrió heridas internas o fracturas. El peso del individuo pudo ser la causa de las heridas. Una "machada" con resultado muerte. Las denuncias se han repetido y se ha abierto una investigación.
¿Quién debe ser llamado burro en este caso? ¿El asno o el otro animal "racional" que maltrató al primero, hasta causarle la muerte? Burro, nos dice el diccionario es la persona bruta e incivil. No es el primer caso de salvajadas a estos animales, como conocemos de nuestras fiestas populares y hasta religiosas. El asno, al que se le supone terco y necio, es aquí la víctima del violento, del tosco, del bruto e irracional que busca la diversión haciendo daño.
Los burros, o asnos, se extinguirán, pero me temo que, con comportamientos como el de este individuo, el apelativo "burro", como bestia, seguirá siendo necesario.
No hay comentarios:
Publicar un comentario