Esta tarde me he enterado de la noticia de la muerte de alguien muy especial, Rafael Caballero Torrero, "Rafa el cura" para nosotros. Una persona que conocí de joven, cuando era párroco de la Asunción y con el que compartí muchas vivencias. Compartimos, mejor dicho, pues sus relaciones eran muy amplias, tanto con sus feligreses como con otras personas con las que se relacionó en su intensa vida.
Como digo, le conocí como párroco, en la zona que a mi familia (de tradición católica) le correspondía, en la Parroquia Arciprestal de la Asunción. Era natural de Belalcázar, un bello pueblo en el norte de Córdoba, aunque no recuerdo cuándo se vino a Palma del Río. En el instituto de bachillerato lo tuvimos de profesor de religión (entonces era obligatoria la religión católica en los centros de enseñanza) en los cursos primero y segundo, entre los años de 1976 a 1978. Impartía unas clases alejadas de todo dogmatismo, paradójicamente, donde aprendimos a crecer en nuestra personalidad, a amar la cultura y a tener conciencia crítica con la sociedad en que vivíamos. También aquí tuvo de alumna a una sobrina que se trasladó a Palma, Mari Paqui Calderón Caballero, amiga nuestra.
Al mismo tiempo coincidimos con él en la Asociación Cultural Vientos del Pueblo, luchando por la cultura popular. Tuvo un papel destacado en la redacción de la revista Quejío. Su casa, entonces, era un lugar hospitalario donde pasamos muy buenos ratos, que compartía con otros sacerdotes, como Sebastián Sánchez o Manolo Vida, además de sus familiares: los padres de Sebastián, o su hermana Conchi, o su hermano Antonio, al que llamábamos "Cuellolargo" de forma irónica (entre amigos), porque casi no se le apreciaba esta parte del cuerpo, y que gestionó con Manolo Pérez y Rafa Ceballos el Coliseo, cuando aún era el edificio del viejo cine de verano que compró el ayuntamiento para caseta municipal y es hoy teatro de nueva planta.
En su labor pastoral destacó por liderar un grupo de cristianos de base, del que salieron muchos integrantes del grupo cultural. Perteneció a la HOAC (Hermandad Obrera de Acción Católica). Él se consideraba un cura "de izquierdas", de esos que ayudaron a la clase trabajadora en los últimos años del Franquismo y primeros de la Transición, y lo demostró en todo momento. Por eso, creo (y eso opinaban también otros amigos) fue trasladado a otra población (creo recordar que Los Blázquez), cuando el obispo necesitó hacer cambios. Seguro que tanto "cura rojo" en Palma (la mayoría se había distinguido por su apoyo a las luchas obreras) no era bien visto en una iglesia dominada de nuevo por el sector más conservador, liderado por el papa Juan Pablo II.
Recaló en Puente Genil, donde ha estado 19 años, como párroco. Y el año pasado fue trasladado de nuevo, esta vez a Córdoba, como párroco “In solidum” de la Parroquia de «San Ignacio de Loyola». Allí es donde ha fallecido.
Foto de Gabriel Castilla, su compañero durante años en Palma |
Siempre me llevé bien con él, persona de permanente sonrisa y gran generosidad y amabilidad. Visitaba frecuentemente Palma, donde conservaba buenos amigos como antiguos miembros de su grupo. Se alojó muchas veces en casa de Guillermina Iglesias, donde coincidimos alguna vez. Las dos últimas veces que hablé con él fueron en una fiesta de noche vieja, donde apareció con Guillermina y unos amigos (entre los que estaba la mujer de un antiguo miembro de su grupo y concejal unos años por Izquierda Unida, Ignacio Velázquez, del que me enteré entonces de su fallecimiento fuera de Palma). Hablamos largo y tendido con esa alegría y afecto que siempre demostraba. Fue una sorpresa muy agradable volver a verle. La última vez que coincidimos fue en el funeral de Eloy Higueras, el marido de Guillermina, que él ofició en su antigua parroquia de la Asunción. No hablamos mucho, pues estaba muy afectado por la muerte de esa otra gran persona y buen amigo.
Foto de Puente Genil Noticias |
El fallecimiento de Rafa seguro ha cogido por sorpresa a muchos de los que le conocimos. Y nos ha causado una gran impresión. Seguro que en los próximos días muchos recuerdos volverán a revivirse, buenos y malos, pero entrañables. Hoy, aunque sea apresuradamente, no quiero dejar pasar la ocasión de expresar mi tristeza y aprovechar para hacer públicos los importantes momentos que vivimos gracias a Rafa.
7 comentarios:
Escribo como familiar de Rafa, que era primo de mi padre y yo soy primo hermano de Mari Paqui. Él bautizó a mi hijo mayor y siempre lo hemos considerado ante todo como una gran persona y muy familiar con su familia. Agradezco tus palabras hacia él. José Alfonso Caballero Murillo, desde Las Palmas de Gran Canaria.
TE QUIERO, RAFAEL.
José Alfonso, se merecía un homenaje, por ser como era: comprometido, coherente, solidario... Aprendimos mucho con sus enseñanzas y ejemplo. Y fue, sobre todo, buena persona y amigo.
Gracias a ti por dejar unas palabras aquí.
Claro, MARI CARMEN.Le quiso mucha gente. Se lo ganó.
Como ateo militante quiero con-firmar que fue, como se decía antiguamente, una bella persona al que tuve el parabien de conocer por la familia Eloy-Guillermina.
Una semilla que cayó en el surco de la tolerancia y de la justicia social.
Aprendamos de Rafael que ya es recuerdo.
Totalmente de acuerdo, Etnopoetica.
Fue un sacerdote muy humano y cercano a la gente yo conviví con él 1ªde sacristán y luego después los 3 últimos años como un laico que colaboraba puntualmente en la parroquia.Lo hemos sentido mi madre y yo mucho. Han sido 19 años.
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