El espectáculo del Teatro Coliseo de la segunda jornada de Feria del Teatro fue NS/NC, de Varuma Teatro, un nombre que responde a los comienzos de la elaboración de la obra, donde el autor no sabe qué hacer. No sabe/no contesta sirve para no tener que dar más explicaciones que el propio desarrollo del trabajo artístico. Y así lo califico, como trabajo artístico, ya que la plasticidad se suman al cante y el baile flamenco, en este espectáculo, fundiéndose en perfecta armonía. Algo que provocó que el público, al final de la representación, aplaudiese en pie. No hizo falta el apoyo de una muy posible clac, que desde el principio intentó arrastrar a los asistentes a aplaudir, o a reír ante algunos comentarios en escena (¿por qué se empeñan algunos en que todo lo que se represente en Palma tiene que tener un matiz cómico?). El transcurso de la obra enganchó desde el primer momento al público, sin descanso, hasta el final. A mí mismo, poco dado al flamenco (que admito, como he dicho muchas veces, en pequeñas dosis) me mantuvo pendiente de todo el quehacer de la compañía, no haciéndose larga su duración.
NS/NC es un espectáculo flamenco que ya se representó en la XVIII Bienal de Flamenco de Sevilla del año pasado. El baile de Yasaray Rodriguez y el cante de Rosa de Algeciras cruzan de principio al final todo el espectáculo. Eso sí, en una escenografía sencilla, pero efectista, que contribuye a imprimir un sentido onírico a toda la supuesta historia que se nos cuenta: la niñez, la juventud, la madurez y la muerte; aunque la compañía permita dejar volar la imaginación del espectador, dando el sentido que quiera a cada escena que la compone. Una magnífica iluminación, proyecciones, artefactos, la presencia de una enorme Luna, además de otras elementos como el armario, la lámpara, el árbol seco, las voces en off, y, sobre todo el elenco musical (con vestuario que recuerda al circo) imponen lo novedoso en el lenguaje flamenco, que en determinados momentos suena a "zíngaro", rememorano sus orígenes gitanos. No se ven guitarras ni, las recurrentes en estos tiempos, cajas, pero emplean el acordeón, la trompeta, el serrucho (sí, uno de ellos interpreta su música con un serrucho de aquellos que usaban algunos payasos que yo recuerdo ver en el circo de mi niñez), el bombo y los platillos y otros instrumentos de percusión (ayudados con música pregrabada) que se ensamblan casi a la perfección con los palos flamencos que interpretan para que la bailaora ejecute su arte, casi sin cesar. Una apuesta arriesgada e innovadora, que, sin embargo, triunfa. En definitiva, algo que merece la pena ver y disfrutar. Y, por qué no, aprovechar para soñar durante un buen rato. Sin saber más, sin dar más explicaciones.
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