sábado, 11 de julio de 2015

Feria del Teatro 2015, el final: Dos monólogos muy dispares


La tarde/noche del viernes nos permitió asistir a dos espectáculos de los programados en la 32 Feria de Teatro en el Sur, que cerró sus puertas, en espera de que el año próximo, a pesar de todas las dificultades, se vuelva a levantar el telón con una nueva edición. Al modo de la obra que comenté ayer, voy a empezar por el final, para luego detenerme en la obra de inicio de nuestra jornada como espectadores. Dos obras muy dispares, por cierto.

El último espectáculo fue "Autorretrato de un joven capitalista español", de Albeto San Juan, en el patio de la Casa de la Cultura, donde se colocó el cartel de "no hay billetes". Este actor es ya conocido desde su presencia en Palma con la compañía Animalario, así que no es raro que esto ocurra. Como tampoco el que asistiese un público entregado, incluidos componentes varios del partido donde milita en los últimos tiempos este actor, Podemos.


San Juan, en forma de monólogo, "nos contó su vida" (de cómo había sido un popular galán que ganaba una pasta gansa, pero ya no, por las canas y la tripita), empezando por su nacimiento, y justificando su actual situación por la historia de la Transición democrática, según él la entiende. Vamos, que nos enteramos (a modo de resumen) de que se hartó de hacerse pajas hasta muy tardía edad, porque los americanos "recrearon" el PSOE para no que se implantase una verdadera democracia en España, a pesar de lo que leyera en un libro de un militante de la ORT (qué fuente tan fiable: ¿es el régimen maoista chino la verdadera soberanía popular? ¿allí los ciudadanos deciden su vida, día a día?), y para que impidiera reabrir las fosas de las cunetas con los asesinados por los franquistas. Todo lo adornó con su simpatía, saltando de dato en dato (relacionándolos a su antojo) y hasta inventándose lo que le interesaba, como cuando dijo que Comisiones Obreras y el Movimiento de las Asociaciones de Vecinos eran "plataformas ciudadanas independientes de los partidos políticos", que el PSOE (lógicamente, según su discurso) se cargó. Vamos, Alberto ¿plataformas independientes? ¿a mí me lo cuentas, que estuve en los 70, antes de la legalización, en las juventudes comunistas, y luego en el PCE? 

Poco se metió con el PP (alguna caricatura de Aznar y Rajoy). Justificó sus palabras con las ya antiguas razones (llenas de resentimiento) de la extrema izquierda que refutan la transición (algo que no fue idílico, pero tampoco una "conspiración universal para someter a los españoles" que iban de cabeza al socialismo real tras la muerte en la cama de Franco). E incluso se acogió (sin rubor y con entusiasmo) a los argumentos de la extrema derecha y de las defensas de los golpistas del 23F (aquella obediencia debida al Rey, que, según ellos, estaba detrás del golpe), para, de nuevo (¡oh, claro!), culpar a al PSOE de este atentado. Y todo lo expuso saltando de un lado para otro, según le interesaba, dándonos un mitin en la línea del discurso de Podemos sin ningún empacho, en lugar de hacer teatro. ¿O era todo una "representación", interesada? Porque, por asistir a su mitin, pagamos la entrada y él cobraría su caché correspondiente. El año próximo le pediré a mi amigo Ramón López una oportunidad de dar también un mitin en la Feria, disfrazado de actor. Eso sí, lo haré gratis, como cuando escribo en el blog... ¡Y luego son otros la "casta"!

El segundo monólogo (o casi) del que hablo fue el primero que vimos, en el Teatro Coliseo, y lo protagonizó Ángel Ruiz, de la compañía Laboratorio de la Voz, que nos ofreció la obra "Miguel de Molina al desnudo". Una pieza donde el famoso cantante de copla nos cuenta su biografía, en forma de entrevista. Miguel de Molina podía haber sido un icono del mundo homosexual hispano, pero se marchó de España, para vivir y morir en Argentina. Y, además, se dedicó a la copla, un género que el Franquismo consiguió domesticar y usar en beneficio propio como propaganda, gracias a artistas adictas al Movimiento, aunque tras la muerte del dictador resurgiese sin esos "aditivos" malsanos.

Miguel de Molina nació en Málaga y de joven se va Algeciras a un prostíbulo, donde descubre su condición sexual. Luego va a Madrid actuando en espectáculos flamencos y deriva en el mundo de la copla. Participa en la guerra civil entreteniendo a los milicianos y más tarde es represaliado, llegando a ser explotado por empresarios sin escrúpulos, que se aprovechaban de su pasado para ello. Tras una brutal paliza ("por rojo y maricón") se marcha de España a Argentina, de donde tiene que huir a México, por presiones de las autoridades españolas, volviendo a Argentina, gracias al beneplácito de Eva Perón. Además de sus actuaciones en vivo, participó en varias películas. Y solo volvió a España para el entierro de su madre, regresando para morir en América en 1993. Su vida inspiró también la película "Las cosas del querer", aunque a él no le gustase. Esto nos lo relata el actor, como decía antes, en forma de entrevista. Y amenizado por varias de las coplas famosas de su repertorio, en las que Angel Ruiz demuestra, acompañado por el pianista César Belda, que, además de interpretar, es un excelente cantante. 

La bien pagá, Compuesta y sin novio, Me da miedo de la Luna, Triniá, Te lo juro yo... son temas que va interpretando el actor, sonando entre las respuestas de la entrevista, y dando ritmo a la representación (que no es precisamente corta, pues son más de 90 minutos seguidos, sin un corte y con una sevillana, las Sevillanas del espartero, como bis final). Hasta Ojos verdes (que se resiste a cantar una y otra vez, hasta que sucumbe a la petición del pianista), lo que sirve para hablar de su relación con Federico García Lorca y Rafael de León, y también para "desmentir" su enfrentamiento con Concha Piquer (que llevaría este tema a su repertorio con gran éxito). 


En la obra hay sentimiento, momentos de tristeza y de rabia, además de muchas notas de humor y de complicidad con el público, que hace las veces de entrevistadores. Incluso se proyecta un corto donde aparecen estrellas como Kiti Mánver o el periodista Jorge Javier Vázquez, productor de la obra e impulsor de la compañía y la empresa Laboratorio de la Voz. Los aplausos se sucedieron una y otra vez en el patio de butacas, tras cada copla. Aplausos merecidos por una composición bien equilibrada entre música y texto, por la calidad artística de los presentes en el escenario (la imitación en voz, gestos, baile, vestuario y figura del cantante es estupenda) y por el buen rato que nos hicieron pasar. De lo mejor, sin duda, que he visto este año.

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