Javier Krahe

Ha muerto Javier Krahe de un infarto, a los 71 años. Un músico polémico, de esos que aguijonean con su sentido del humor las costumbres sociales y al poderoso, sea el que sea. Por eso nunca fue bien visto. Disentía con él en algunas cosas, pero era un músico de los pies a la cabeza, y un genial letrista satírico, burlón, de esos que sigue haciendo falta, por lo que nunca he dudado en escuchar sus canciones y en defenderle. Otros que discrepaban con él, por otros motivos, pensaron lo contrario, e intentaron meterle en la cárcel, como si la Santa Inquisición no hubiese sido abolida en España. Pienso que todavía no ha ocurrido esto en realidad, y que permanece agazapada, disfrazada en el interior de la Justicia española, esperando para dictar sentencias ejemplares contra los que pongan en duda, siquiera, sus dogmas. Eso le pasó a Krahe, que fue juzgado por un vídeo, por querella de integristas y fudamentalistas religiosos de este país, aunque, afortunadamente, fue absuelto por no ser delito, sino libertad de expresión, “con un componente burlesco, hizo una crítica del fenómeno religioso en nuestra sociedad”. Lo quisieron mandar a la hoguera, así que le recuerdo con la canción del mismo nombre que publicara en el imprescindible disco La mandrágora, con Alberto Pérez y Joaquín Sabina.